18 Septiembre 2016 16:30 | Teatro Lyrick

Discurso de Hilde Kieboom



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Hilde Kieboom

Comunidad de Sant’Egidio, Bélgica
 biografía

Señor Presidente de la República Italiana, Altezas Reales, Santidad, ilustres representantes de las Iglesias cristianas y de las grandes religiones mundiales, queridos amigos

En nombre de la Comunidad de Sant’Egidio les transmito una cálida bienvenida a este encuentro «Sed de Paz» que empieza hoy en Asís. Será un encuentro especial, un gran jubileo.  Hace treinta años, en 1986, el santo papa Juan Pablo II invitó a los líderes de las grandes religiones mundiales a esta ciudad de san Francisco para orar juntos por la paz. 

Eran otros tiempos: la guerra fría dividía el mundo en dos bloques. Luego llegó el tiempo de la globalización, con muchos conflictos nuevos, guerras y violencia difusa, pero también muchas nuevas oportunidades de encuentro, en las que religiones y culturas tienen un papel significativo. 

El camino común de estos 30 años de encuentro y diálogo ha generado muchas paces locales –como se ha visto recientemente en el proceso de reconciliación de la República Centroafricana, a cuyo presidente, que está aquí entre nosotros, saludo. El Espíritu de Asís ha liberado los recursos de paz que anidan en todas las religiones y las ha confrontado con la sed de paz que vive en todos los pueblos y en todos los seres humanos, más allá de su adscripción religiosa o filosófica. 

Queridos amigos, tenemos muchos motivos para participar en este treinta aniversario, pero sobre todo sentimos que nuestro mundo lo necesita más que nunca. Estos treinta años de escuchar, de descubrir, de dialogar son un fruto maduro, un patrimonio que debemos dar más generosamente y plasmar con más acierto en los rincones de sufrimiento de la humanidad de hoy. 

Por eso le agradecemos al papa Francisco que estará con nosotros el día final de este encuentro y agradecemos hoy al Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, su presencia aquí. Estamos contentos de reunirnos en esta ciudad significativa de Asís, en una Italia siempre hermosa y acogedora.

Damos las gracias a las familias franciscanas, con las que hemos trabajado para hacer realidad este encuentro.