18 Septiembre 2016 16:30 | Teatro Lyrick

Discurso de Baleka Mbete



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Baleka Mbete

Presidenta de la Asamblea Nacional de Sudáfrica
 biografía

Presidente
Madam Hilde Kieboom

Su Excelencia Prof. Sergio Mattarella
Presidente de la República Italiana

Su Excelencia Faustin-Archange Touadéra
Presidente de la República Centroafricana

Su Santidad Bartolomé
Patriarca ecuménico de Costantinopla

Profesor Andrea Riccardi
Fundador de la Comunidad de Sant'Egidio

Profesor Marco Impagliazzo
Presidente de la Comunidad de Sant’Egidio

Eminencias, Excelencias, autoridades, ilustres invitados



Quisiera empezar agradeciendo a los organizadores por haber invitado a Sudáfrica a participar en esta reflexión global sobre la paz y sobre la importancia del diálogo entre las fes y las culturas, porque nosotros, hermanos y hermanas, estamos todos unidos los unos a los otros. Lo habéis hecho porque habéis contribuido a dar luz a la Sudáfrica de hoy, la Sudáfrica sin apartheid.
Nuestro país, en efecto, es una buena imagen del tema de esta conferencia, que es: “sed de paz, religiones y culturas en diálogo”.
Aún hoy reconocemos y agradecemos a todos los amigos la lucha por la liberación de Sudáfrica, como vosotros, por haber estado con nosotros durante aquel difícil periodo de nuestra historia dolorosa.
Nunca nos habéis abandonado, nunca habéis estado cansados de vuestra desinteresada solidaridad con nuestra lucha. Hoy vosotros estáis a nuestro lado mientras estamos creciendo y aprendemos como una joven nación.
A veces nos olvidamos que no hace mucho tiempo Sudáfrica era un teatro de guerra; que Sudáfrica era un estado canalla, indeseable y aislado del mundo a causa de su sistema colonial de apartheid.
Cuando empezamos nuestro viaje para salir del apartheid en 1994, parte de la larga marcha por la libertad de Nelson Mandela, lo hicimos con la plena conciencia que el apartheid era un sistema que tenía sus raíces en nuestra sociedad y en la mente de nuestro pueblo.
Nuestra larga marcha por la libertad ha tenido que afrontar el apartheid y su herencia como sistema colonial a través de un programa de transformación para descolonizar nuestra sociedad. Este programa de descolonización ha tenido que dirigirse a la estructura de base de nuestra sociedad que estaba fundada sobre la discriminación y sobre la opresión racial, a nuestros corazones a los que se había enseñado a odiar, a nuestras mentes que habían sufrido un lavado de cerebro y habían sido envenenadas. Donde centenares de años de dominio colonial habían creado divisiones basadas en la raza, tribus hostiles unas con otras, y habían puesto cada sudafricano contra el otro, hemos tenido que construir una nación que está unida en sus diversidades. Hemos tenido que vernos como una nación, una nación arco iris.
Esta nueva nación aún está en formación mientras estoy hablando. Está construida sobre el reconocimiento que todas nuestras once lenguas tienen igual dignidad y están protegidas por nuestra Constitución. Nosotros no sólo hablamos muchas lenguas, sino que somos una nación compleja también en términos de fes religiosas. Nuestra posición en el continente africano, entre el Océano Atlántico y el Océano Índico, ha bendecido nuestro país con religiones que han tenido origen en diferentes partes del mundo. Por este motivo nuestros actos oficiales siempre empiezan con una sesión de oración interreligiosa para reunir nuestras fes diversas al servicio de una sola nación.
Bajo el apartheid nosotros éramos muchas naciones, en guerra unas con otras. Hoy somos una sola nación de diversas y diferentes nacionalidades que trabajan con el objetivo común de una vida mejor para nuestro pueblo.
Nosotros reconocemos que esta nación aún está en construcción y que es necesario un compromiso siempre mayor para madurar y realizar su pleno potencial.
Sí, la unidad de una nación se construye sobre la riqueza de sus lenguas y de sus culturas. Pero las devastaciones de la pobreza, la desigualdad y la desesperación pueden amenazar la supervivencia, por no hablar del futuro, de una nación así.
Fallaremos como nación si no se afronta la estructura de base del apartheid.
Fallaremos como nación si la desigualdad racial y de género continúan definiendo los fundamentos de nuestra sociedad.
La pobreza está muy difundida y lo está prevalentemente entre los que han sido oprimidos en el pasado – los que justamente continúan poniendo la pregunta: ¿Por qué la libertad que hemos obtenido en 1994 aún no ha cambiado nuestra vida? ¿Por qué aún somos pobres?
La gestión de la esperanza y de las expectativas populares es un reto que cualquier sociedad post-colonial tiene que afrontar y superar. La incapacidad de hacerlo puede llevar a conflictos civiles, al aumento de episodios de racismo, a la xenofobia y a otras formas de intolerancia, al extremismo político y religioso, y hasta a la inestabilidad política.
Nosotros tenemos el reto de garantizar el futuro de nuestra joven nación. Nuestro pueblo ha tenido esperanza cuando ha terminado el apartheid. Nosotros tenemos que mantener encendida la llama de esta esperanza. Nuestro pueblo ha alimentado las expectativas cuando ha conseguido su libertad. No tenemos que traicionarlas.

Excelencias,

El fin del apartheid ha dirigido nuestro país hacia el camino de una paz sostenible. A veces olvidamos que Sudáfrica es una de las historias de éxito, de reconstrucción y de desarrollo después de un conflicto.
Hemos tenido que tomar decisiones difíciles: ¿seguir el camino de la venganza? Nosotros, en cambio, hemos seguido el camino del perdón. Habríamos podido expulsar a los responsables del apartheid y hacerlo estaría justificado; pero hemos optado por trabajar con ellos para una mejor y nueva Sudáfrica. Hemos tomado el camino de la justicia de transición, en vez de una infinita caza de brujas y de castigos infinitos.
La historia nos ha dado la razón. Nuestras heridas del pasado pueden no estar completamente curadas. Nuestros recuerdos dolorosos continuarán formando parte de nosotros para las generaciones venideras. Pero ya no somos una nación en guerra, ni con si misma ni con sus vecinos. Nuestros soldados son agentes de paz en diferentes partes de nuestro continente, no son responsables de guerras o de otras formas de desestabilización en Países vecinos, como en el pasado.
Estamos convencidos que si hubiéramos optado por el camino de la venganza, no habríamos tenido la paz de la que disfrutamos hoy.
Esta ha sido una decisión difícil. Por fortuna, hemos tenido líderes que entendían que tenían necesidad de hacer ciertos sacrificios para garantizar un futuro mejor y de paz para nuestro pueblo. O sea, el liderazgo es fundamental; así como lo es la voluntad política que es necesaria para llevar a cabo tales decisiones contra las tentaciones del populismo y la retórica incendiaria de la demagogia.
Perdonar, asegurándose que el pasado no sea olvidado, ha salvado nuestro país de la espiral de la violencia.
Excelencias,
Sí, hemos conseguido nuestra libertad política. No obstante, nuestra lucha para la emancipación socio-económica aún no ha terminado.
De vez en cuando, el oscuro rostro del racismo levanta la cabeza en el espacio público, también en nuestras escuelas, y nos recuerda que la cuestión de la identidad aún no está resuelta.
Nosotros no somos el único país en el mundo que afronta todos estos retos. Continuaremos aprendiendo de otras experiencias parecidas a la nuestra.
Nuestros amigos, como lo sois vosotros, tendrían que sentirse libres de aconsejarnos. Estamos listos para escucharles.
La Comunidad de San Egidio ha demostrado a través de su trabajo que puede ser partner de un país como el nuestro. Deseamos colaborar aún con vosotros, no sólo aquí a través de este diálogo, sino también gracias a vuestra amplia red en Sudáfrica y en todo el mundo.
La filosofía y los principios de la Comunidad de San Egidio tendrían que ser emulados por los líderes como antídoto contra la práctica de la corrupción, la arrogancia del poder y la avidez. Vuestro trabajo entre los pobres – para los pobres y con los pobres – es una aspiración que nos tiene que recordar siempre que no podremos conseguir hasta que la pobreza, la necesidad, las enfermedades, la ignorancia y el miedo sean historia pasada.
A este propósito, nos unimos a la multitud de católicos en todo el mundo para celebrar la santificación de Madre Teresa. Este es un honor para nosotras como mujeres porque la elevación reconoce no sólo el papel de la mujer en la sociedad, sino también en la historia.
Excelencias,
Sudáfrica es el producto del tema que nos ha reunido hoy. Ha emergido de la sed de humanidad por la paz. Es el cruce de culturas reunidas por la historia. Ha triunfado gracias al diálogo y al reconocimiento y a la plena aceptación de la diversidad de su pueblo.
Así pues, estamos aquí para aprender y escuchar.
Gracias.